VIAJES

Del avión al mar

Estoy en una casa frente al Mediterráneo. La playa que veo se llama Tossa de Mar, con una iglesia y un castillo medievales sobre la playa.


Afuera está fresco, no más de diez grados. Dentro de la casa tenemos la chimenea con fuego. Ahora estoy en paz, pero unas horas atrás, mientras estaba en el avión viniendo desde Buenos Aires a Barcelona, tuve unos momentos de bronca. Es que, después de haber visto un par de películas, me dio sueño, me acurruqué como pude y cerré los ojos. Debo de haber dormido unos veinte minutos, pero me despertó una discusión. La pareja que estaba detrás de mí empezó a pelear; tenían cerca de cincuenta años y el hombre le decía cosas como: «Sos una payasa» o «¿Cuál es el papel que querés jugar, idiota». Ahora pienso que debería de haber intervenido, al menos para decirle que no la tratara así, pero tenía una mezcla de bronca y cansancio fulminante que no me dejó pensar con claridad. Qué cosas nos tienen que pasar para llegar a esos extremos. Con mi novia tenemos una frase que la hacemos valer a cada momento: siempre con amor.


Vuelvo a escribir después de dos días de haber llegado. Ahora estoy en la casa de la familia de Cristina, la mujer de Hernán. Ambos son mis socios en Ochentamundos. Cris es catalana, su familia es de aquí y tienen esta casa en la que estoy parando mientras nos preparamos para ir a Finlandia (salimos mañana, viernes 2 de febrero). La vista desde la casa es un sueño (la foto de arriba). Les decía que el lugar se llama Tossa de Mar, un pueblito con construcciones del Siglo XII, calles angostas que bajan hacia la playa y acantilados al Mediterráneo. El día de hoy nos la pasamos organizando todo: distribuimos funciones para el viaje, hicimos pruebas con la cámara de realidad virtual, volamos un poco el drone y yo saqué fotos y grabé videos. La ansiedad que sentía hace unos días, antes de salir de Buenos Aires, se transformó en incertidumbre; es que nadie tiene asegurado ver auroras boreales, y ese es el objetivo del viaje al Norte de Finlandia. Para ver auroras intervienen factores como la nubosidad, si hay luna llena y, básicamente, si suceden. Así que eso: siento incertidumbre, aunque también la excitación me mantiene muy activo. Mañana a las 7.30 tomamos un vuelo a Rovaniemi, con escalas en Paris y Helsinki. Una vez allí tendré cosas nuevas e interesantes para contar. Bueno, eso espero. ✪



 

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