UNIVERSO FEDEVIAJES

SED DE SANGRE: LOS DRACULA TOURS

La ruta del Conde Drácula existe y Fede Svec es fanático. No sólo de estos tours en los que se pueden visitar museos, el Palacio de Vlad Tepes en el antiguo barrio de Curtea Veche o el Dracula’s Club, un exótico restaurant en Bucarest. Fede también es un freaky de su historia, de las novelas y de las películas acerca de este personaje. Y, por suerte, escribe para Ochentamundos. Así que, pasen y lean.


Escribe Fede Svec. Fotos de la web oficial de Dracula Tours

En pleno siglo XXI, una oscura epidemia vampírica parece reptar por el mundo; los vampiros no cesan de aparecer, imaginados en sanguinarias encarnaciones dentro de la literatura, el cine, las series de T.V, el comic, manga o el anime. Pero toda esta tendencia se debe, claro está, al príncipe de las tinieblas: Drácula. El personaje sigue despertando tanto interés, que la última novedad es el turismo que sigue los caminos relacionados al conde de Transilvania. Hay que distinguir dos tipos de viajes temáticos principales relacionados a la leyenda de Drácula. Por un lado, el que está relacionado a Vlad III, Vlad Draculea, o Vlad Tepes, un personaje real en el cual el irlandés Bram Stoker se basó para escribir su novela Dracula. Y, por otro, existe una opción de camino histórico, relacionado con los escenarios que eligió Bram Stoker para los protagonistas de novela. Pero la realidad es que ambos caminos suelen mezclarse en los tours organizados.


Una historia real: Vlad III

Se lo llama comúnmente Tepes, un sobrenombre que significa El Empalador. Nació en 1431 en el pueblo de Sighisoara, enclavado en Transilvania. Gobernó como príncipe de Valaquia (antiguo principado danubiano que formó con Moldavia el reino de Rumania) en 1448, luego de 1456 a 1462 y, finalmente, en 1476, año de su muerte. En aquella época el trono de Valaquia estaba amenazado desde el exterior por los turcos y húngaros y, desde el interior, por una aristocracia ávida y ambiciosa que promovía las luchas intestinas. Según dicen algunos documentos, encontró la muerte en el campo de batalla, decapitado por sus propios soldados, que lo tomaron por un turco. Vlad III fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad Dracul, nombrado Caballero de la Orden del Dragón por el Emperador Segismundo de Hungría, y nieto de Mircea el Grande, soberano de Valaquia. El título nobiliario Dracul, que luego heredaría su hijo, se puede traducir lo mismo por Dragón que por El Diablo. Entonces, el nombre de Draculea o Drácula, como comúnmente es conocido su descendiente, proviene del patronímico ulea, que en rumano quiere decir hijo de. De este modo, el nombre Drácula significa tanto hijo del Dragón como hijo del Diablo… Padre e hijo se ganaron una merecida reputación de crueles y sanguinarios por su comportamiento bárbaro y tiránico. A Vlad III, el pueblo le puso el apodo de Tepes El Empalador por su afición a aplicar este brutal castigo a todo aquel que contraviniera sus órdenes. El sultán Mehmed II, su gran rival, quedó horrorizado ante el aspecto que presentaban las afueras de Tirgoviste, capital de Valaquia, cuando la conquistó. Había hileras inacabables de cuerpos ensartados en lanzas. Se estima que ejecutó a casi cien mil personas empalándolas, quemándolas o desollándolas vivas. Sin embargo, en su país natal, Dracula está considerado como un héroe nacional, un cruzado Ortodoxo que luchó por la defensa de Rumanía y del cristianismo frente al avance del Imperio Otomano. El Papa Pío II lo consideró un paladín de la fe. Algunos especialistas sostienen que Bram Stoker también se inspiró en otro personaje histórico de Hungría para su novela, la Condesa sangrienta Erzsébet Báthory, que había adoptado un siniestro ritual: se bañaba en la sangre de doncellas vírgenes en busca de rejuvenecer su piel…


Los orígenes del mito

Aunque a veces parezca que Bram Stoker fue el creador del vampiro, lo cierto es que el origen de esta criatura se remonta a tiempos inmemoriales. Los chinos, los babilonios y los griegos, entre otras civilizaciones, ya hablaban de monstruos que chupaban la sangre. Etimológicamente hablando, la palabra vampiro procede del húngaro o del serbocroata vampir.  Enfermedades como la catalepsia y el porfirismo están entre las causas que dieron origen al mito del vampiro. Por ejemplo, en muchos casos se enterraban personas vivas que estaban en un estado de sueño profundo y que luego, al despertar y sufrir un ataque de pánico como consecuencia de encontrarse encerradas en un ataúd, se rompían las uñas en un inútil intento de levantar la tapa y escapar. Cuando se producía alguna epidemia o sucedían muertes inexplicables, los campesinos exhumaban las tumbas y en ocasiones hallaban cadáveres con expresiones agónicas, las uñas melladas y cubiertas de sangre. Esto les llevaba a la creencia de que era un no muerto y, por tanto, el causante de todos los males; para acabar con él, le clavaban una estaca en el corazón y le cortaban la cabeza. Los aquejados de porfiria eran un blanco fácil para esta superstición, pues los síntomas en que se manifiesta esta enfermedad son similares a los del vampiro: necesidad de beber sangre, anemia crónica, fotofobia, vello en las palmas de las manos, ojos inyectados en sangre y retracción de las encías, lo que daba la impresión de que sus dientes, en especial los colmillos, aumentaban de tamaño.


Vampiros en la Literatura: el origen de Drácula

Para escribir en 1897 su novela sobre el famoso vampiro, el irlandés Abraham Bram Stoker se inspiró en varias fuentes literarias, como El Vampiro (1816), de John William Polidori (el médico de Lord Byron), La metamorfosis del vampiro, de Charles Baudelaire, Berenice, de Edgar Allan Poe, o Carmilla (1872), de Sheridan Le Fanu. Asimismo, fue asesorado por Árminius Vambéry, un profesor húngaro especialista en la literatura y cultura del Imperio Otomano. Desde su primera edición de 1897 por la editorial Constable & Co. de Londres, la obra tuvo un éxito arrollador. No obstante, y como suele ocurrirles a muchos autores, a Bram Stoker sólo se le conoció por Drácula, cayendo en el olvido el resto de su producción literaria.

En tiempos recientes apareció un libro muy interesante relacionado al tema. La historiadora” (título original The Historian) es la primera novela escrita por Elizabeth Kostova, publicada en inglés en junio de 2005 por Little, Brown and Company; su traducción al español salió en septiembre del mismo año, publicada por Umbriel Editores. La novela narra, en tres épocas diferentes, la búsqueda de la tumba de Vlad Tepes, describiendo al mismo tiempo su vida como figura histórica y el mito de Drácula construido a su alrededor.

Las adaptaciones cinematográficas de Drácula

Friedrich Wilhelm Murnau fue el primer director que llevó a la pantalla la novela de Bram Stoker, en 1922. Para entonces, la mujer del escritor irlandés, Florence, aún estaba viva, y en su poder residían los derechos de autor de la novela. Cuando le comunicaron que querían adaptar al cine Drácula, se negó rotundamente. Así que a Murnau no le quedó más remedio que cambiar el título. De este modo pasó a llamarse Nosferatu, eine symphonie des grauens. Pero eso, y otros cambios introducidos, no resultaron suficiente. Por orden de la viuda de Stoker se ordenó destruir el negativo original y todas las copias del filme. Por suerte, de esta quema se salvaron unas pocas gracias a la diligencia de algunos coleccionistas. El primer actor en dar vida a Drácula fue Max Schreck, que se convirtió en una referencia obligada para los intérpretes que han encarnado al conde después de él. Su rostro cadavérico, sus manos huesudas y sus uñas largas pasaron a la posteridad. En 1979, el director alemán Werner Herzog ofreció su particular visión del clásico de Murnau. El escrupuloso respeto de la película por el original se manifiesta por encima de todo en la interpretación de Klaus Kinski, digno heredero de Schreck. Bela Lugosi interpretó al conde en la película de Tod Browning del año 1931. El actor húngaro se metió tanto en el personaje que acabó poseyéndole. Llegó hasta el extremo de creerse el mismísimo Drácula, y así adoptó la costumbre de dormir en un ataúd. La locura de Lugosi está muy bien retratada en la película Ed Wood, de Tim Burton. En el plano artístico, Drácula dista mucho de la perfección de Nosferatu, pero sirvió para fortalecer la identificación del vampiro como un aristócrata galante y refinado. La película de Browning no seguía en absoluto el original. Luego vendrían las películas de la Hammer, desprovistas de toda pretensión estilística. En 1958, Terence Fisher dirigió Horror of Dracula, ofreciendo el rol de protagonista a Christopher Lee.

En 1992, Francis Ford Coppola dirigió Drácula de Bram Stoker, la adaptación más innovadora y ambiciosa de todas las que se hicieron. No pretende ajustarse estrictamente a la novela de Stoker, ya que el guión de James V. Hart introduce una significativa variación con respecto al resto de las adaptaciones: por primera vez Drácula es capaz de llorar, nunca antes se le habían atribuido al siniestro conde sentimientos humanos. Este nuevo Drácula es imaginado como un ser atormentado, que vaga en el tiempo a causa de un amor no consumado. La última película para cine es, por ahora, Dracula Untold (Dracula: La historia jamás contada), del año 2014, protagonizada por Luke Evans y que toma como referencia al personaje histórico de Vlad Tepes, más que al vampiro de Bram Stoker. En televisión, durante 2013 y 2014,  se pudo ver la interesante serie Drácula, una coproducción británico -estadounidense que duró 10 capítulos, con  Jonathan Rhys Meyers como Dracula / Alexander Grayson / Vlad Tepes.


Viajes de Drácula en Rumania

No hay un único Dracula Tour, sino una variedad bastante grande de programas que ofrecen diferentes operadores. La duración promedio es de 5 días, pero lo mejor es tener disponibles unos 10 días para vivir una experiencia más completa. Como mencionamos antes, los lugares son una combinación de locaciones literarias y sitios históricos relacionados a Vlad Tepes. Entre los lugares imprescindibles para visitar están: el Palacio de Vlad Tepes en el antiguo barrio de Curtea Veche; el Dracula’s Club, un exótico restaurant en Bucarest; el Museo Nacional de Historia en la ciudad capital, donde se guarda el documento más antiguo sobre Bucarest, fechado en septiembre de 1459 y con la firma de Vlad Tepes; el Monasterio de Snagov, uno de los dos lugares donde la leyenda dice que están enterrados los restos de Vlad Tepes; las ruinas de la fortaleza Poienari (para la mayoría de los estudiosos, el verdadero castillo de Drácula, mandada a construir por Vlad Tepes para custodiar la entrada desde Transilvania al valle del Arges). Gran parte del castillo se derrumbó por la escarpada ladera de la montaña, y para llegar a lo que queda hay que subir por una pasarela que tiene 1426 escalones. El pueblo de Arefu, donde historias de Drácula son contadas por sus habitantes que, se dice, son únicamente descendientes de los sirvientes de Vlad Tepes; la torre de la ciudad fortificada de Medias, donde Vlad fue prisionero del rey de Transilvania; Sighisoara, entre las regiones de Valaquia y Transilvania, en el norte de los Cárpatos, una de las pocas ciudades medievales de Europa que todavía permanecen habitadas casi sin cambios, y el lugar donde está la casa  donde nació Vlad Tepes en 1431; el Hotel Castel Dracula de Piatra Fantanele, construido no hace mucho en la ruta del paso de Tihuta, donde Bram Stoker ubicaba el castillo del conde en la ficción; Bistrita, un pueblo donde se pueden encontrar algunos escenarios de la novela, como el Hotel Corona de Oro, donde se alojó Jonathan Harper; la ciudad de Brasov y el impresionante Bran Castle, desde el cual Vlad guió incursiones contra los mercaderes sajones; o el Monasterio de Comana, donde se dice que esta situada la verdadera tumba de Vlad Tepes. ✪



 

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