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Un solo Océano

Está más contaminado de lo que imaginamos y su buena salud es indispensable para la vida en el planeta Tierra. Pues entonces, ¿hay un plan posible para proteger al Océano? Sebastián Di Martino cree que tiene un buen plan. En este reportaje, el Director de Conservación de la Fundación Rewilding Argentina explica porqué quieren crear un parque nacional marino frente a las costas de Chubut. 


Escribe Guille Gallishaw. Fotos de GG

Tenemos un problema. La comunicación de la crisis ambiental saturó a las audiencias. Hablar de Calentamiento Global, de contaminación de los mares o de la cantidad de selva amazónica que se tala por minuto ya no causa efecto de asombro. De hecho, nos acostumbramos tanto a leer ese tipo de noticias que ya no causan efecto de asombro o de preocupación. Pero este fenómeno cobró vida propia y mutó hacia territorios de sentido inesperados. Rebecca Solnit cree que, al hablar de Calentamiento Global, ahora hay mucha gente que busca razones para creer que ya no hay nada que hacer. Catastrofismo climático lo llama la escritora estadounidense. Tal vez hemos llegado a esta situación por el tremendo ruido en la comunicación, siempre tendiendo hacia mensajes apocalípticos y poco constructivos. De todos modos, con o sin ruido en la comunicación, hay un consenso entre la comunidad científica mundial: la salud del planeta atraviesa un estado crítico y, como Humanidad, deberíamos hacer algo para revertirlo. Hasta ahora, la enorme mayoría de los esfuerzos de conservación estuvieron puestos en ecosistemas terrestres. Desde hace unos años, sobresalió una corriente de pensamiento ambiental que dice que deberíamos hacer algo con el océano. Y hablan de un océano, no de cinco. Unos días atrás, la ONG OnlyOne volvió a publicar en su perfil de Instagram un planisferio en el que sólo se muestran las superficies cubiertas por agua. La imagen es elocuente. «Si bien los humanos han nombrado cinco océanos distintos por conveniencia, no existen fronteras reales en el mar. Todo está conectado, todo es parte de una masa de agua viva y que respira.»

 


En Argentina, hace unos años que la Fundación Rewilding Argentina empezó a poner la atención en el mar argentino. “Situado en el litoral de la provincia de Chubut, en un punto clave de diversidad biológica del Mar Argentino, el Proyecto Patagonia Azul busca ampliar la protección de los ecosistemas marinos, restaurarlos, e impulsar una economía local restaurativa a través del turismo marino y la producción regenerativa”, dicen desde la Fundación. Hace unos meses viajamos hasta Camarones y escribimos una crónica que podés leer desde este LINK. En ese viaje nos cruzamos con Sebastián Di Martino, el Director de Conservación de la Fundación Rewilding Argentina. Y lo entrevistamos para conocer sobre el mar argentino, su estado de conservación y sobre el plan que tienen para proteger el mar.

Sebastián Di Martino. Foto: gentileza Rewilding Argentina

-¿Cómo es el sistema de áreas protegidas marinas en nuestro país?

-Argentina tiene pocas áreas marinas protegidas. De hecho, cuando se habla de protección en áreas marinas se trata, en realidad, de elementos marinos que se los protege en la costa: las pingüineras, las loberías. Pero, en realidad, los bichos pasan la mayor parte de sus vidas en el agua.

-Cuando decís que en Argentina hay pocas áreas protegidas de mar, ¿lo decís comparando con otros países? 

-En otros países siempre fue mucho más terrestre todo, pero empezaron con lo marino antes que nosotros. Siempre el mar estuvo muy relegado en cuanto a protección. También en eso está el problema de las jurisdicciones. De hecho, gran parte del mar pareciera que no es de nadie. Recién ahora algunos países están trabajando con la ONU, poniéndose de acuerdo para proteger zonas en aguas no jurisdiccionales. 

Al mar se le dio históricamente poca importancia. Es cierto que no es un ambiente fácil para trabajar. Pensá que en tierra, arrancás la camioneta y salís. Para ir al mar, hay mucha más logística, tener en cuenta las condiciones climáticas y si querés bucear, más complejo aún. 

-¿Qué está haciendo Rewilding Argentina con el proyecto Patagonia Azul?

-A nosotros nos gustaría crear un gran parque marino. Argentina tiene una ley marco marina de Parques Nacionales, muy nueva. Ya se crearon los dos primeros parques en alta mar, en aguas jurisdiccionales de la Nación (no provinciales). Los trámites fueron más sencillos porque no implicaba sesión de jurisdicción por parte de una provincia. Y, además, son áreas donde el esfuerzo pesquero no es grande. O sea, no se dejaban afuera grandes superficies pesqueras. 

Pero yo creo que el desafío es comenzar a tener aguas más costeras. El problema es que allí hay más actividad pesquera, además de que son aguas provinciales, y las provincias deben ceder esa jurisdicción. 

Son aguas de mayor diversidad. Son áreas no extractivas (no se permiten actividades extractivas, incluyendo la pesca), y en países que ya la aplicaron, se ve que sí funciona el concepto de derrame. Los peces alcanzan tallas mucho más grandes, la reproducción es mucho más exitosa, y esas áreas derraman hacia las zonas pesqueras. Hoy, en Argentina, de eso no hay absolutamente nada. 

Entonces, creo que ahí está el desafío. Lo ideal sería que, además de Nación, la provincia también participe, a través de un parque provincial, por ejemplo. Que las dos, Nación y Provincia, tiren del carro porque es mucho más eficiente la conservación. Hay muchos ejemplos, uno podría ser Iberá, con la Reserva Provincial y el Parque Nacional. Es importante entender que hacer algo así también va a ser beneficioso para la industria pesquera.

-¿Qué se protegería?

-El fondo marino y la columna de agua, o sea, todo lo que está arriba del fondo marino. En Argentina, casi toda la actividad pesquera es de arrastre. La plataforma argentina es ideal para ese tipo de pesca, lamentablemente, porque es una zona muy plana y poco profunda. La mayoría de las especies que se pescan son langostino y merluza, y se pescan con el sistema de arrastre. Y el gran problema con eso es que las redes van por el fondo barriendo con absolutamente todo. Es una pesca muy destructiva y muy poco selectiva. Sería como estar pasando todo el tiempo la topadora en un monte, porque no es solamente la vida que sostiene el fondo marino, sino porque ese fondo es un gran almacenador de carbono. O sea, la pesca de arrastre está entre las que más aportan al calentamiento global. Y esto se hace desde hace mucho tiempo.

Además, destruye a otras pesquerías. Hoy me pasaron un mensaje de pescadores de la zona de Puerto Deseado que pedían que se pare la pesca del langostino antes de los establecido, porque por cada tonelada de langostino que están pescando, descartan otra tonelada de langostino de poca talla y de merluza de poca talla. O sea, la mayor parte de la pesca es descarte. Bueno, de hecho la pesquería de merluza colapsó en Argentina. Además, con todo ese material en podredumbre en el mar, se generan zonas anóxicas, zonas muertas.

-Supongo que, además, hay más fauna asociada.

-Hay toda una fauna de aves, de mamíferos y de invertebrados muy importante. Los bosques de cachiyuyos (Macrocystis pyrifera) tienen una tasa de crecimiento altísima, entonces secuestran también mucho carbono.

En las islas e islotes de esta zona de Patagonia Azul, nidifican especies de aves marinas del Atlántico Sur. El pingüino de Magallanes, varias especies de cormoranes, gaviotines (el de pico amarillo, el real, el sudamericano), el pato vapor (un pato marino no volador, especie endémica) que sólo vive en las costas del Sur de Chubut, gaviota de Olrog (las únicas colonias de nidificación están en Argentina), colonias de reproducción de lobos marinos (de uno y de dos pelos; esta última se reproduce en isla Rasa, que casi no se ve desde la costa), el petrel gigante, que tiene dos grandes colonias de reproducción. Si bien es depredador, también es carroñero y, por eso, es una especie muy afectada por la contaminación con plásticos. En el CENPAT están estudiándolo y casi todos los pichones regurgitan plástico, porque los adultos los están alimentando con plástico.

-Nosotros, con la merluza por ejemplo, ¿estaremos comiendo plásticos también?

-No sé. Microplásticos, seguro. 

-¿Existen proyectos de conservación que ya estén funcionando? 

-Hay iniciativas de conservación en esta zona, y muestran un camino, pero son insuficientes. Tenemos la Reserva de Biosfera Patagonia Azul, que es grande, pero que en la conservación práctica implica muy poco. Se sigue pescando y arrastrando igual que si no hubiera reserva. 

Después tenemos el Parque Interjurisdiccional Marino Costero, que protege el mar, pero desde la tierra. Abarca tan solo dos millas de ancho de costa, y las islas, donde hay colonias de nidificación. Pero esas especies pasan la mayor parte del tiempo en el mar, como los pingüinos. Entonces, si no protegemos el mar, que es donde se alimentan, donde migran… Lo mismo pasa con los lobos marinos. Entonces, hasta ahora se concentran los esfuerzos de conservación en tierra mayormente. 

Otro dato interesante es que hay una población de ballenas jorobadas, que aparecen en octubre y se quedan hasta marzo, que se desplaza a lo largo de la costa de Sudamérica. Pero aún no hay estudios de estas jorobadas, porque no teníamos registro de que estuvieran en la zona. Y, obviamente, las ballenas francas australes.

-Como director de conservación de Rewilding Argentina, ¿cuál es tu trabajo?

-La idea nuestra es crear un área protegida. Ecosistemas completos y funcionales. Completos, que tengan a todas las especies que le son propias. Si hay alguna que se extinguió, hay que traerla de vuelta, si alguna está en bajos números, hay que aumentarlo. Y funcional se refiere no sólo a que la especie esté presente, si no que además lo esté en número de individuos suficiente para que impacte ecológicamente. Entonces, queremos crear un área protegida, pero que no esté degradada. Tanto en tierra como en mar. Uno de nuestros primeros trabajos es contar acerca de la necesidad que hay de conservar el mar argentino. Hay muchos valores de conservación que hoy no están bien protegidos. En Patagonia, casi todas las pingüineras están protegidas, me refiero al sector en el que nidifican los pingüinos. Pero los pingüinos pasan la mayor parte del tiempo en el mar. Y los lobos marinos lo mismo, o los elefantes marinos. Y las ballenas pasan todo el tiempo en el mar. Los delfines, las orcas, y los peces. Entonces, una de las cosas que queremos comunicar es que todos estos valores de conservación necesitan de un mar bien protegido, que hoy no lo está. 

-Aunque parezca obvio, te pregunto: ¿por qué es importante proteger el mar?

-Hay varias razones. La mitad del oxígeno que respiramos se produce en los océanos. Además, el mar secuestra la mayor parte del carbono atmosférico que emitimos nosotros. O sea, nuestras industrias emiten carbono a la atmósfera. Y si no existieran estos ambientes naturales que captan y secuestran la mayor parte de lo que emitimos, el caos sería mucho mayor. Y el mar es el principal ambiente que captura y secuestra dióxido de carbono. 

Por otro lado, porque obtenemos buena parte de los alimentos. En Argentina no comemos mucho pescado, pero sí se pesca mucho, y eso contribuye a la economía (no todo lo que debería contribuir, desgraciadamente). Y estamos colapsando las pesquerías. Esas son algunas de las muchas razones.

Pero, además, el mar alberga la mayor cantidad de agua del planeta, alberga mucha vida, todos organismos que tienen el derecho de seguir habitando la Tierra, igual que nosotros. 

Parte de lo que hacemos es lo que en ciencia se llama ecología espacial, que es observar cómo los animales usan un territorio. Por eso nosotros estamos marcando lobos, identificando ballenas, queremos empezar a marcar aves marinas. Para ver y mostrar cómo esas especies dependen del mar. No alcanza con proteger un pedacito de tierra. 

Otra de las tareas tiene que ver más con restauración. Con un manejo más activo que sólo de investigación. Una de las cosas que estamos haciendo es erradicando exóticas de las islas. Patagonia Azul tiene la mayor cantidad de islas de la costa argentina. Son cerca de 60 islas grandes e islotes pequeños, donde nidifican especies de aves marinas y muchos mamíferos, pero que tienen una historia de explotación humana muy larga, que a veces cuesta imaginar. Empezó hace mucho con la caza de ballenas. Si bien los balleneros no instalaron asentamientos, sí lo hicieron los loberos, que aprovechaban el aceite de los lobos, después de pingüinos, el guano, las algas. Entonces, todos vivieron en la costa y en las islas. De hecho, la isla Toba llegó a tener como 50 personas viviendo allí. Esa gente llevaba animales para alimentarse, básicamente conejos, y armadillos (el peludo y el piche), que son nativas, pero en el continente, no en el mar. Bueno, y las ratas, que habrán ido como polizones. Y a veces, animales de compañía, como los gatos, que hoy viven asilvestrados en las islas. Entonces, la estrategia antidepredatoria de las aves marinas es irse a lugares donde no hay depredadores, que son las islas. Pero resulta que los humanos les llevamos los depredadores a las islas, como los piches (que se alimentan de huevos, pichones o adultos de aves marinas), o los gatos, o las ratas, o los conejos, que no los depredan, pero les destruyen todos los sitios de nidificación, o barren a las islas de arbustos. Sabemos que las crías de pingüino termorregulan mal y les afecta el impacto directo del sol, pero los conejos les comieron los arbustos para refugiarse. Entonces baja mucho la tasa de reproducción. Además de que los conejos compiten por los lugares, porque usan el espacio para hacer cuevas, igual que los pingüinos. Entonces, le estamos anulando la estrategia de defensa a las aves marinas. Por eso es tan importante erradicar esas especies exóticas, que es algo que ya estamos haciendo. Como en isla Valdés, que ya lo hicimos, y parece increíble la recuperación de la vegetación, tan rápida.

Y algo que nos gustaría hacer es restauración marina, que es difícil porque se conoce poco, y el mar es un ambiente difícil para trabajar. Pero, por ejemplo, hay especies de algas que han sido explotadas casi hasta su exterminio, y ahora estamos ensayando métodos de restauración de esas praderas, sobre todo de un alga roja que se llama gracilaria. Hicimos varias hectáreas de replantación en Bahía Arredondo.

-Lo que me decís se parece a lo que aprendimos en el colegio. La red trófica y su funcionamiento tan preciso.

-Claro. En todos los mares del mundo hemos sobreexplotado y hasta hemos hecho desaparecer los niveles tróficos superiores. El trophic downgrading, o la degradación trófica, hace referencia a esa pirámide en la que hemos eliminado todo lo superior y queda lo de más abajo solamente. Y por eso surgen pesquerías que quizás antes no eran tan comunes como la del langostino. Hoy se lo puede pescar en grandes números porque hemos eliminado todos los depredadores.

-El escenario que me contás es desalentador para alguien que quiere ponerse a recuperar un ambiente tan grande y tan depredado, y con intereses de industrias tan fuertes como la pesquera o mismo la petrolera.

-El mar es muy complejo, es cierto. Sobre todo para la logística. Y nosotros, los humanos, somos terrestres. Otro punto es más social, o económico, porque donde nosotros queremos restaurar, hoy se pesca. Algo parecido sucede con el ganado en las áreas terrestres. Entonces, el desafío es reemplazar una economía por otra. Una nueva que sea más amigable con el ambiente, que sea más distributiva de los ingresos y que dé trabajo a una mayor cantidad de gente. Y que, además, le den trabajo a las mujeres, porque la pesca o la ganadería no lo hacen, o al menos, no de forma significativa. 

Eso lo vemos cuando trabajos en potenciar actividades basadas en turismo de naturaleza o en observación de fauna, cómo emplean a mujeres y a jóvenes. Por ejemplo, en un campo como El Sauce, que antes tenía unos pocos empleados, hoy hay mucha más gente trabajando. No sólo específicamente en conservación, sino también en la construcción de campings o apertura de senderos, más lo que está por fuera, como servicios de gastronomía o alojamiento. Y si todas esas actividades se planifican bien, el trabajo que se genera es para el local. Y mucho para mujeres y jóvenes, que antes quedaban fuera de esas actividades como pesca o ganadería. ✪



 

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