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Patagonia Azul

La Reserva de Biósfera Patagonia Azul (UNESCO, 2015) protege más de 60 islas y bahías en un rincón de la costa de Chubut. Allí, Bahía Camarones comienza a reconvertirse hacia el turismo sustentable, en un área preciosa para avistar aves deslumbrantes como el petrel gigante. En las aguas del golfo San Jorge, también es posible ver orcas, ballenas y lobos marinos. Leé esta crónica y conocé al secreto mejor guardado de la Patagonia.


Escribe Fede Svec. Foto de apetura: Andrés Pérez Moreno.

El nombre Patagonia tiene una fuerza irresistible para los viajeros de todo el mundo; lleva la promesa de que allí encontrarán cosas que rompen con lo ordinario, con la experiencia común.

Adrián Giménez Hutton cita en su libro La Patagonia de Chatwin dos historias sobre el origen del nombre patagón. El más conocido y clásico proviene de dos adjetivos calificativos que, referidos a los tehuelches, empleaba Magallanes: patán y patón, términos que en portugués se pronuncian patao y patagao.

Mucho más interesante y menos conocida es la otra teoría. En 1512 se publica un libro de caballería llamado Primaleón de Grecia, donde aparece un monstruo llamado Gran Patagón. Tenía cabeza de perro, patas de venado y estaba dotado de inteligencia humana. Chatwin presume que Magallanes llevaba un ejemplar de la novela y, al ver un indio tehuelche con una máscara que parecía una cabeza de perro, dijo: ¡Ah, un Patagón!”. Bueno.

Y sí, la Patagonia de aquellos habitantes originarios es tan grande en historias como en territorio. Siempre cuesta elegir un punto determinado si tu tiempo para viajar no es mucho, y tus ganas de conocer no son pocas.

Es bueno entonces recibir una invitación para llegar a unas coordenadas definidas: 44 grados y 48 minutos de Latitud Sur, y 65 grados 42 minutos de Longitud Oeste. Sobre un mapa, es la ubicación de Camarones, un pueblo del Sureste de la provincia del Chubut y sobre la costa del Mar Argentino. Tomé un avión hasta la ciudad de Trelew y desde su aeropuerto quedaban más de 200 kilómetros de viaje en camioneta para llegar a destino.

Pronto encontré dos elementos para construir esa identidad patagónica particular que buscaba. El mar es distinto, no sólo porque es el Atlántico Sur de la Patagonia, salvaje, particularmente sobrecogedor, con un aura de misterio, de una presencia que impone respeto, y también un encanto cuya causa exacta no se puede definir, pero es como la fascinación que ejercen las sirenas, irresistible.

El paisaje terrestre, el de la estepa, no es exuberante sino más bien austero, a primera vista, monótono. Pero no es así, es sólo un efecto colateral de tanta inmensidad. Hay mucho para ver si uno afina la mirada o, mejor, la percepción de todos los sentidos.

Foto de Andrés Pérez Moreno

¿Porqué se llama Camarones? La explicación que tiene un sentido lógico y la que más nos gusta dice que es por J. Keith Cameron, el primer dueño de la gran estancia Lochiel. Aparece acá otro sello de identidad, las antiguas estancias dedicadas a la cría de ovejas, con su arquitectura tan característica de paredes y techos de chapa acanalada, con ventanas y puertas de madera. Estas construcciones inglesas de ultramar se ven en Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego y las islas Malvinas. No sólo son típicas de las estancias. En Camarones se ven, por ejemplo, en Casa Rabal, un almacén de ramos generales inaugurado en 1901 y que todavía funciona. Y en la esquina donde está Alma Patagónica, con sus paredes acanaladas amarillo maíz, sus ventanas con marcos de madera blancos y su techo de chapa roja. Sobre una vieja puerta de madera , también blanca, un cartelito dice: Restaurante. Y sí que lo es, pero también mucho más. Ariel Giorgetti es el cocinero del lugar y con su mujer, Mara, son esa alma del lugar. La especialidad son pescados y frutos de mar. Siempre por la noches, en una larga mesa, encontramos reunidos otros personajes que representan ese singular espíritu patagónico: desde guardaparques y biólogos marinos, hasta trabajadores de las estancias.

Desde mi cabaña que miraba al puerto de la bahía Camarones, el mar era de un azul francia, intenso al sol. El viento que casi siempre sopla fuerte, era una brisa que venía del Norte. Y hacía calor, unos 29 grados centígrados, un clima ideal para explorar la costa con las mountain bikes.

Nos subimos a las camionetas y tomamos hacia el Norte por la Ruta Provincial 1 para llegar a la zona de la playa El Arroyo, donde nos subimos a las bicis. El sol bañaba con una luz fantástica el paisaje de la estepa, haciendo más vivos sus colores. Hay varios senderos para pedalear, y también playas de arena gruesa, conchilla y pedregullo, donde se puede andar con un poco más de esfuerzo.

Foto de Andrés Pérez Moreno

Lo nuevo

Hoy, un párrafo a parte se lo tenemos que dar al nuevo Camping Cañadón del Sauce. Y decimos nuevo porque fue inaugurado hace muy poco. Se encuentra en el Portal Isla Leones e invita a descubrir, entre cañadones y lomadas, la diversa fauna de la estepa y las noches estrelladas de Patagonia Azul. El camping cuenta con espacios dispuestos entre arbustos y coirones, cada uno con pircas construidas a mano que protegen del viento y del sol, baños equipados con duchas y fogones desde donde admirar el cielo y las sombras danzantes contra los paredones del cañadón. El diseño arquitectónico del camping sigue la tradición local, donde se destacan el uso de chapa acanalada, madera y piedra.

Foto de Maike Friedrich

Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral

El nombre es largo, pero le da precisión a su gran importancia. Es el primer parque del sistema nacional que protege una porción marina y una terrestre. La geografía de sus 180 kilómetros de costa tiene de todo: arrecifes rocosos, islas e islotes de origen volcánico, muchas bahías, caletas y ensenadas. Ese paisaje tiene un rasgo distintivo que lo diferencia del resto de la costa patagónica, y es un escenario ideal para la vida marina. El Golfo San Jorge es una de las zonas de cría más importantes del Mar Argentino. De ahí lo de marino-costero y lo de interjurisdiccional, porque su manejo lo comparten ela Administración de Parques Nacionales, que tiene el mar, y la provincia de Chubut.

Salidas embarcadas, de la mano de Viento Azul. Foto de Christian Emmer

Hay un área de acceso público, que es el ANP (Área Natural Protegida) Cabo Dos Bahías. En las dos camionetas tomamos el ripio de la RP 1 con rumbo Sur por unos 28 kilómetros. Al llegar nos recibieron en la entrada un guardafauna y treinta guanacos, que estaban parados ahí sin moverse y mirándonos como diciendo: “¿Querés ver fauna? Bueno, ¡acá tenés!”. Era una espontánea acción de marketing de la Naturaleza.

Hay lugares imperdibles para visitar como la pingüinera (entre septiembre y abril) o el espectacular Mirador del Cabo Dos Bahías. Y se pueden practicar actividades como coasterings (trekkings costeros), snorkeling, buceo o remadas en kayak por las protegidas y calmas aguas de las caletas, por ejemplo, Caleta Pedro.

Salidas embarcadas, de la mano de Viento Azul. Foto de Christian Emmer

Cabo Raso: un pueblo fantasma renacido para los amantes de la Naturaleza

Está a 80 kilómetros al Norte de Camarones, sobre una amplia y profunda bahía atlántica que ofrece un buen puerto natural. Por esa razón y a fines de 1800, Cabo Raso fue un destino de pioneros que llegaron para construir las primeras viviendas y, tierra adentro, en la estepa, establecieron estancias ganaderas que prosperaron gracias a la calidad de la lana de oveja que producían. Pero en el siglo XX las cosas cambiaron y poco a poco los pobladores fueron abandonando Cabo Raso, hasta que en la década del ‘50 quedó abandonado y en ruinas.

Eso hasta que una familia patagónica llegó con un sueño: reconstruir el lugar, convertirlo en su hogar y protegerlo para que todos los viajeros amantes de la Naturaleza y la aventura pudieran disfrutarlo. Así nació El Cabo, un lugar con mucha onda para alojarse, salir a explorar la costa y encontrarse naufragios como el del pesquero Chubasco, o encarar el desafío de un interesante point surfero local. ✪

Foto de Christian Emmer


mini – GUÍA DE VIAJE. Como llegar: Por avión desde los aeropuertos de Trelew (está a 252km.) o Comodoro Rivadavia (a 26skm.), más transfer terrestre.

En vehículo se llega por la RN3 y la RP30 (ambas pavimentadas).

Salidas embarcadas con Viento Azul.

Dirección de Turismo Municipalidad de Camarones: www.camarones.gob.ar

Secretaría de Turismo y Áreas Protegidas – Chubut: www.chubutpatagonia.gob.ar

Cabo Raso: www.caboraso.com

Foto de Andrés Pérez Moreno


 

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